TOXINA BOTULÍNICA

Conocida popularmente como Botox (es la marca del primer medicamento de este tipo que se comercializó), su uso terapéutico se inició en 1970, aunque su uso cosmético empieza a partir de 1992, aprovechando su capacidad de producir parálisis muscular y  utilizarla con fines médicos en el tratamiento de ciertas enfermedades neurológicas y en medicina estética para las arrugas de expresión.

Una vez aplicada la toxina, las arrugas se atenúan primero, para después de un tiempo variable casi desaparecer, es decir, cuando el músculo se relaja, la piel se alisa. La cantidad que se aplica es tan pequeña que es completamente inocua.

Es asimismo un tratamiento de elección en los casos de hiperhidrosis o sudoración excesiva, bien a nivel de las axilas, las palmas de las manos o en las plantas de los pies; por denervación química de los receptores en las glándulas sudoríparas.

¿QUE ES LA TOXINA BOTULÍNICA?

La toxina botulínica es una proteína producida por el Clostrídium Botulinum, que provoca una parálisis muscular localizada o denervación selectiva por bloqueo de la producción y liberación de ciertas sustancias fundamentales para el establecimiento de la conexión necesaria entre las terminaciones nerviosas y la placa motora de los músculos implicados, produciendo su posterior parálisis.

¿CÓMO SE APLICA LA TOXINA BOTULÍNICA?

Consiste en la infiltración de pequeñas cantidades de la toxina botulínica tipo A, comercializada bajo varios nombres, en los músculos de la región citada .

La infiltración se realiza con una jeringa y una aguja muy fina, que la hace prácticamente indolora. Aun así, para el tratamiento de las arrugas faciales se suele utilizar analgesia “a frigore” (aplicación de bolsas congeladas) o se aplica una crema anestésica tópica.

El tratamiento se realiza en una única sesión.

El paciente se reincorpora inmediatamente a sus actividades habituales.

El efecto aparece alrededor del 3º-4º día, y es completo a los 7-10 días.

¿CUÁNTO TIEMPO DURAN LOS EFECTOS DEL TRATAMIENTO?

No se trata de un tratamiento definitivo, y habitualmente los primeros tratamientos son efectivos durante unos cinco o seis meses, por lo que las infiltraciones deben practicarse dos veces al año. Se observa, sin embargo, que la repetición periódica del tratamiento sin esperar a que los efectos hayan desaparecido completamente, hace que sus resultados sean mucho más duraderos.

 

 

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